Una de las costumbres más características de Marruecos es tomar té. Toman té a todas horas. Lo sirven para recibir a los invitados cuando llegan a casa, o a los clientes si se trata de una tienda. También se usa para calmar la sed (a 35ºC de temperatura beben té ardiendo). Normalmente se sirve té verde con ramas de menta y bien azucarado, en unos vasitos pequeños con el borde lacado. La manera de servirlo tiene su técnica: hay que verterlo desde arriba, con el brazo en alto, de forma que el té choque en el fondo del vaso y forme un pequeño turbante de espuma. Lo correcto, para resultar educado, es beberse por lo menos dos vasos.
Regatear es una de las más arraigadas costumbres de la cultura marroquí. Nada tiene un precio fijo, y habitualmente se puede conseguir el artículo que se quiere por un 60% menos de lo que propone el vendedor en un primer momento. El regateo constituye todo un ritual; es un acto social muy extendido y llega a tal punto que si el turista no entra en el juego y acepta el primer precio que le dice el comerciante, éste se enfada. Lo correcto es regatear ofreciendo un precio bastante más bajo que el propuesto, pero sin pasarse, porque el comerciante puede sentirse ofendido si no se valora el producto que intenta vender.
En cuanto a las costumbres a la hora de la comida, ésta se toma en una mesa baja, con los comensales recostados en el suelo. Las mujeres suelen comer por separado y a horas diferentes de los hombres. Se come con las manos y siempre hay un encargado de distribuir el pan para que nadie tenga que pedir más cuando se le acabe. Cuando la hay, a los turistas les ofrecen continuamente carne, y es de mala educación rechazarla porque, las más de las veces, constituye todo un lujo allí. Lo que está bien visto es sorber ruidosamente el té o eructar en alto después de comer (es más; se toma como muestra de aprecio).
martes, 6 de abril de 2010
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